La estigmatización y la indolencia: La historia de una familia que afronta el covid-19, sin padecerlo.

Dios Ve Noticias habló con Felipe Sarmiento, un joven pachuno que sufrió los efectos psicológicos que produce el covid-19, sin tener el virus; experimentó lo que han tenido que padecer miles de personas y sus familias en Colombia.    

Felipe vive con sus padres y una hermana; perciben sus ingresos de una tienda que tiene en su vivienda, la cual atienden en familia; son muy unidos y conocidos por toda la comunidad, y en el barrio son queridos pues llevan muchos años viviendo en ese sector, o al menos eso creyeron hasta el día que sintieron la discriminación, no de todos; pero sí, de dos o tres personas, como afirma Felipe más adelante; Él y su hermana son universitarios consagrados al estudio, Felipe se encuentra terminando una especialización y Laura, su hermana, cursa su carrera profesional. A continuación, el relato de lo que tuvo que vivir junto a su familia durante los días en que el coronavirus llegó a sus vidas.

Todo comienza en marzo, cuando mi madre empieza a quejarse de dolencias en la garganta y malestar en el estómago, síntomas que no hacían pensar en el coronavirus.

El 9 de abril la llevamos al Hospital San Rafael de Pacho (HSRP), allí, la doctora le realizó un examen general; revisó pulmones, palpó el vientre, y finalmente le diagnosticaron estrés. Le formuló naproxeno y acetaminofén, y tras haber durado allí aproximadamente media hora, le dieron de alta; pero con el pasar de los días, mi madre continuó padeciendo los mismos síntomas.

La familia no dudó en consultar con dos médicos particulares:

El primero, que tiene su consultorio en el centro del municipio, le diagnosticó laringitis; Pero, pese a los medicamentos que le formuló, mi madre no mejoró; entonces consultamos con el otro doctor y este, además de diagnosticarle laringitis, agregó gastritis y una lesión en la boca del estómago; le ordenó además unos exámenes en Bogotá junto a un largo tratamiento que aún continúa realizando.

El 12 de mayo tuvo una consulta en el (HSRP) y le ordenaron una ecografía de tórax. Ya para el jueves 21 de mayo mi madre regresó al (HSRP) con los mismos síntomas de ahogo y dolor de estómago; pero esta vez y lo que nos preocupó aún más, el adormecimiento del brazo izquierdo; la doctora que la atendió le ordenó el examen para covid-19, y la trasladaron a emergencias respiratorias… Pasó allí toda noche, y a la mañana siguiente, antes de darle salida, los médicos recomendaron que se mantuviese aislada.

Ante lo sucedido Felipe muestra su inconformidad, en su relato nos indica que el adormecimiento del brazo izquierdo lo preocupo bastante, pues es bien sabido que este, es un síntoma de que hay algo mal con su corazón; además, la respuesta de la doctora al enviarla a practicarse el examen de covid-19 no la entendieron, pues todos sabemos cuales son los síntomas que produce este virus, y su mamá no los presentaba.

Felipe continúa con su relato en medio de la molestia que le produce recordar esos momentos de angustia que padeció su mamá y el resto de la familia:

El viernes 29 de mayo por la mañana llamó la epidemióloga de la Alcaldía y le informó a mi mamá que su caso era positivo; Sin embargo, ni ella ni nosotros presentamos los síntomas. Ella sentía algo atravesado en la garganta, pero el médico, quien todavía hoy le está realizando seguimiento, dice que tiene hinchadas las paredes de la garganta y esto es lo que le impide respirar con facilidad. En todo caso, ni la Alcaldía ni el Ministerio de Salud allegaron algún documento o un reporte oficial, jamás nos notificaron por escrito, hasta ese momento.

Cuando le notificaron a mi madre el resultado, por órdenes de la epidemióloga, nos fuimos para el hospital mi hermana, mi padre y yo, para que nos realizáramos los exámenes respectivos.

Fue entonces cuando empezó el calvario, narra Felipe en otro tono:

La epidemióloga le preguntó a mi padre, Luis Sarmiento, con quién había tenido contacto, a lo cual le respondió: que había estado en la Alcaldía el día anterior. A mí, ella me dijo que muy discretamente se había ido a ver las cámaras y había aislado a las personas. Pero mi padre cree que ella pasó, oficina por oficina, a preguntar quién había tenido contacto con Luis Sarmiento; sea como sea, no se manejó bien la privacidad de los datos, y la información acabó propagándose por todo el pueblo.

Entonces, ese viernes nos tuvieron a mi, a mi hermana y a mi padre en el (HSRP), luego de un tiempo ahí, me dieron salida junto con mi hermana, a mi padre, por el contrario, por ser fumador, lo retuvieron hasta el mediodía del sábado y le hicieron un análisis en los pulmones. -Supuestamente, tenía que ir alguien a recogerlo-; pero a mí no me gustó ese protocolo, era ilógico que yo saliera en el carro hasta el hospital por mi padre; de modo que solicité, por medio de un concejal, amigo mío, una colaboración para gestionar una ambulancia que pudiera llevar a mi padre hasta la casa.

Mientras todo esto sucedía, en el barrio donde reside la familia Sarmiento, el asunto ya era de conocimiento público: se propagó como un “contagio psicológico”. Durante los siguientes días, el choque emocional afectó las relaciones entre ellos y un par de vecinos; manifestándose un pavor colectivo, que incluso llevó a algunos a somatizar dolencias propias del covid-19; incluso llamadas a la Policía cuando Luis se asomaba por la ventana de su casa. Continúa Felipe con su relato:

Inclusive, supimos que hubo una persona que llamó a la estación de Policía, exigiendo que teníamos que irnos del barrio y que, si la Policía no colaboraba, acabarían por sacarnos a pedradas. La epidemióloga, por su parte, nos hizo seguimiento durante esos días; pero nosotros seguíamos sin presentar ningún síntoma; ni mi hermana, ni mi padre, que es fumador; ni yo, que fui diagnosticado hipertenso, hace ya unos años.

El lunes primero de junio llegó a mi casa el doctor Steven Arias, quien nos realizó una nueva prueba -aún no sabemos porqué-, a mi, mi hermana y mi papá, nos hicieron el hisopado por nariz y garganta; -cada vez que llegaba la ambulancia, algunas ventanas vecinas se llenaban de gente; algunos incluso grababan con sus celulares. Nosotros seguimos nuestra cuarentena y oramos mucho. 

Pero si bien es cierto, que solo un par de vecinos adoptaron actitudes discrepantes, fueron más los solidarios y respetuosos; quiero agradecer a todos los clientes que comprendían la situación y estuvieron muy pendientes de nosotros, ellos se portaron muy amablemente y jamás nos hicieron sentir la estigmatización. Pues es verdad que nadie es inmune al virus, nadie está exento de padecerlo; pero recalco, que solo fueron un par de insensibles con nuestra situación.

Del mismo modo como se le notificó a mi madre, que era positivo de coronavirus, el martes 2 de junio, muy temprano, en la mañana, llamó la epidemióloga para darme la noticia de que yo también era positivo. Luego me preguntó con quién había tenido contacto sin tapabocas; a lo cual le respondí: con un amigo; al cual ella llamó y le ordenó aislarse. A mí me dijo que guardara la calma; yo soy hipertenso, y esto me dio durísimo, pues guardaba la esperanza de que el resultado de mi madre fuera una equivocación.

Pero del Hospital San Rafael de Pacho (HSRP) nunca se comunicaron conmigo y tampoco se expidió boletín epidemiológico. Como en el caso de mi madre, aquí tampoco hubo ningún documento que evidenciara el resultado del examen. Yo tuve una crisis emocional, estuve al borde del infarto y tuve la tensión en 170. Al otro día me tranquilicé, y me llamaron de la EPS Convida para hacerme seguimiento. Después nos comunicamos al (HSRP), y allí nos dijeron que no tenían noticias de ningún resultado nuevo, y a mí me parecía rara esta inconsistencia.

El viernes siguiente, mi papá recibió una llamada de un amigo, quien le decía que su caso era negativo y que este dato lo había recibido de la Alcaldía. Al otro día mi padre telefoneó al hospital y se enteró de que tanto él, mi hermana y yo éramos casos negativos. En esta ocasión sí hubo un reporte por escrito, de modo que solicitamos que nos facilitaran el resultado. También hice la solicitud a la epidemióloga de la alcaldía, pero hizo caso omiso. El sábado 6 de junio a mi madre le hicieron la contra muestra y el resultado llegó el jueves 11, confirmándose como caso negativo del virus. Ya para el 16 de junio una vez autorizados por el (HSRP) se abrió nuevamente la tienda.

Al día de hoy, la madre de Felipe continúa con su tratamiento para el dolor de estómago y su llaga en la garganta. Dice Felipe:

Si algún día tuvo ella el virus, nunca le hizo nada, no manifestó ningún síntoma; o puede ser que en realidad nunca lo tuvo. Con el médico particular estamos haciéndole seguimiento, y estamos a la espera de saber cuál es la enfermedad que la aqueja ya hace varios meses. Pero la estigmatización sigue, esa nunca no se fue; hay personas que se alejan al pasar por nuestro lado, que cambian de acera; pero nosotros estamos tranquilos, hicimos nuestra debida desinfección y seguimos manteniendo los protocolos de bioseguridad en nuestro negocio.

Para finalizar, le solicitamos a Felipe su opinión acerca de como se manejó su caso: Por parte de la Alcaldía, considero que quienes manejan la información respecto al coronavirus son personas irresponsables, que no saben el daño psicológico que le hacen a la familia y al ser humano; personas que no tienen el tacto para dar la información ni para manejarla. Así mismo me parece una irresponsabilidad por parte de la epidemióloga de la alcaldía, confirmarme como positivo de covid-19 sin tener ningún reporte técnico verídico, como ella misma lo expresó, se basó en un “Excel”, Además, creen que tener coronavirus en esta sociedad es como tener una gripa, y no es así; tener coronavirus acá es estigmatización social.

Por parte del Hospital San Rafael de Pacho, no tengo quejas, se portó muy bien con nosotros; los doctores y las enfermeras son muy humanos, muy profesionales, y en ningún momento nos rechazaron, ni nos estigmatizaron. Me gustaría que, en otros casos futuros, el que hiciera el seguimiento no fuera la Alcaldía, sino que lo hiciera un profesional de la salud del hospital; creo que los pacientes se sentirían más cómodos, más seguros, con un médico y no, con un funcionario de la alcaldía.

Otra parte importante de la experiencia tiene que ver con la gente, muchos llamaron a la emisora a denunciar a mi familia, y a través de las redes sociales; que, por irresponsables, se inventaron que hacíamos fiestas, que mi mamá abrió la tienda a sabiendas que estaba contagiada; en fin, un sinnúmero de difamaciones que no tenían ninguna otra explicación que la ignorancia de la gente; eso si es triste y molesta mucho, nadie está exento de contraer el coronavirus.

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