Otro síntoma del coronavirus.

Por Héctor Darío Barragán Suárez.

Mejoremos como individuos y aportemos a la vida de nuestra especie, debemos estar a la altura de los tiempos.      

Si bien es cierto que nos enfrentamos a una forma de extinción y nos vemos vulnerables ante un enemigo invisible, también hemos actuado de forma negativa como especie e individuos en muchos escenarios; hoy afrontamos otra forma de indignación moral, de desprestigio y estigmatización, a personas y familias que han sido afectadas por el virus, por la emergencia sanitaria; una terrible e indignante representación de indolencia social y otro malestar de nuestra sociedad. 

“El chisme muere cuando llega a oídos de una persona inteligente”

Anónimo.  

Mientras personas, seres humanos luchan por su vida conectadas a un respirador, tal vez en un coma o sueño profundo existiendo solo en realidades oníricas, aferrándose a la esperanza de recuperar su salud, y por otro lado sus familiares y parientes cercanos, al mismo tiempo mueren por el mismo virus en otro lugar en silencio; nuestra sociedad especula y estigmatiza el nombre de los que están siendo afectados, cuando en la cuadra del barrio llega una ambulancia se convierte en el espectáculo de videos, morbo, lenguaje vulgar y malas expresiones.

Comienza la cadena de rumores, comentarios y especulaciones; además de insultos, rechazo y el desprestigio a todo una familia víctima del enemigo invisible; que a parte de sufrir la enfermedad, deben soportar la indolencia e ignorancia de sus propios vecinos y uno que otro desocupado; un escenario triste y abrumador, al cual se le agrega otro elemento: el mal uso de la información por parte de algunos miembros de las instituciones, “recalco: -no todos-“ y la falta de control en las redes sociales de publicaciones ofensivas, de perfiles falsos que actúan de forma cobarde, con pensamientos negativos que afectan la moral, la dignidad humana, el bienestar social de la comunidad y el sano sentido común de las personas.

La afectación no es solo física, sino también psicológica; cuando alrededor de esta emergencia muchas mentalidades de personas han actuado de forma dolosa en acciones, comentarios y publicaciones que buscan engañar, desinformar o tratando de hallar culpables al contagio, creando ambientes donde se esconde la verdad y la humanidad de la que debemos dar ejemplo. Convirtiendo las decisiones, pensamientos y actuaciones de gente que ha mostrado una indolencia e ignorancia por el padecimiento ajeno en un hecho real, con un enemigo impredecible que ataca a cualquiera y del que no estábamos preparados para enfrentar, ahora solo nos queda la sobrevivencia y el aislamiento inteligente en una sociedad al borde del caos.

“matan porque la lengua mata como un cuchillo” y advirtió que “los chismosos son terroristas porque con sus lenguas arrojan una bomba y luego se marchan, y la bomba que arrojan destroza reputaciones en todas partes”. Y agregó: «No lo olviden: chismear es matar”

Papa Francisco. Roma, Noviembre de 2018.

Esto causa indignación como sociedad ética y espiritual con valores cívicos y morales, pero sobre todo con el sentimiento de humanidad, amor y respeto por las personas y por los otros, “debemos ponernos en los zapatos del otro, nadie está exento del contagio” es importante aprender a ser prudentes y respetar al máximo la humanidad, los derechos del otro como personas éticas y morales con la máxima consideración por la vida y la dignidad del otro como principio fundamental nuestra filosofía de vida, y como sociedad con pensamiento colectivo; dar el máximo ejemplo del comportamiento universal para bien de todos los demás; tenemos que aportar ya, a la sobrevivencia de la especie mejorando como personas; no permitamos la discriminación social en ningún escenario.

«Cuando yo salí de Santa Sofía del Darién, ese pueblo ya estaba muerto. Lo mató un rumor, un rumor»:

Fragmento de la película La Estrategia del Caracol. Colombia 1993.

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